En la playa de Cayo Culebra, justo cuando cae el sol, un par de pescadores descargan las capturas del día. Cada año se extraen del mar 179 millones de toneladas de pescado, cantidad que se ha multiplicado por cinco en los últimos cincuenta años. Los océanos se explotan con técnicas poco selectivas y un gran volumen de capturas se rechaza, sea por su reducido o nulo valor comercial, o por no formar parte de los objetivos de las flotas. Se calcula que por cada kg de gambas se tira alrededor de 9 kg de pez capturado accidentalmente. Los informes de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) concluyen que al menos un tercio de las grandes pesquerías de todo el mundo sufre los efectos de la sobrepesca.
En Europa, el 66% de los hábitats marinos están en mal estado de conservación. La presión de la actividad humana sobre los ecosistemas acuáticos, la destrucción de los hábitats, la contaminación o la explotación excesiva, disminuyen la contribución del sector como medio de subsistencia y refuerzan los ciclos de pobreza a la que se ven expuestos millones de miembros de las comunidades rurales en todo el mundo, que dependen de los recursos pesqueros para sobrevivir.
“ El 33.1% de las poblaciones de peces comerciales del mundo
están sobreexplotadas o agotadas
— Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

