En el gran bosque de Daintree, en el norte de Queensland, la vegetación es tan espesa que apenas se desliza un rayo de luz entre las hojas. El bosque se conserva, como es ahora, desde hace más de cien millones de años, lo que probablemente lo convierte en el bosque húmedo más antiguo del planeta.
La disponibilidad de agua es uno de los factores más relevantes a la hora de establecer las condiciones para los distintos ecosistemas y la biodiversidad que contienen. Por un lado, es un componente esencial de las células, y los seres vivos la utilizan en procesos biológicos fundamentales. Por otro lado, es un vehículo para el transporte de nutrientes a través de los medios acuáticos y terrestres, poniéndolos a disposición de las plantas y otros organismos. Un clima con poca agua favorece la aparición de desiertos, mientras que los territorios con abundante agua y altas temperaturas favorecen el desarrollo de frondosas selvas, con una vegetación exuberante, que contribuye a regular el ciclo del carbono o a prevenir la degradación del suelo, entre muchas otras contribuciones que hacen posible la dinámica de la vida en el planeta.