En la orilla de un río, rodeada de ramas y cantos rodados, hay una muñeca abandonada que alguna vez hizo compañía a un niño. Sonríe, pero sus grandes ojos, que tiempo atrás eran espléndidos y radiantes, ahora están vacíos y melancólicos, como si hubiera estado sola durante demasiado tiempo. Botellas de plástico, bolsas vacías, neumáticos rotos, electrodomésticos, escombros y otros desperdicios rodean la figura, que parece perdida, resignada, fuera de lugar. Y mientras, la corriente sigue su curso pendiente abajo, en silencio, ajena a los materiales que va tragando a su paso.
La Organización de Naciones Unidas calcula que cada año se generan más de 2.000 millones de toneladas de residuos sólidos en el mundo, sobre todo plásticos. Casi la mitad de los plásticos que se producen son envases desechables: bolsas, botellas, envoltorios, vasos... La vida media de un envase de plástico es de 15 minutos, pero necesita cientos de años para degradarse, y esto mismo ocurre con casi todos los residuos que no son biodegradables. Cada año, hasta 12 millones de toneladas de plástico alcanzan los océanos, lo que supone el 80% de la contaminación marina a escala mundial.
“ La producción mundial de resíduos aumentará un 70% hasta el 2050
— Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación


